20 de octubre de 2008

Lección de historia digital. La revolución del MP3.

Lo que hoy en día nos parece lo más normal del mundo no era hace unos pocos años más que una utopía. Me refiero al formato de reproducción de audio "MP3", que ha revolucionado no sólo el soporte sobre el que se almacenaba la música sino también las formas de reproducirla, transportarla y, sobre todo, adquirirla. Sería interesante hacer un repaso histórico para arrojar luz sobre la evolución de este peculiar fenómeno antes de abordar otras cuestiones que en gran medida derivan del mismo.

La demanda generalizada del ordenador personal a lo largo de la década de los 90 supuso, entre otras muchas cosas, un nuevo reproductor de Compact Disc de música para miles de hogares. Asimismo, apenas tardaron en aparecer los primeros grabadores de CDs, empezando a proliferar la piratería de discos de forma más extendida.


De todas formas, la música seguía teniendo una pega importante a la hora de ser almacenada en formato digital debido a su gran tamaño, máxime teniendo en cuenta la limitada capacidad de almacenamiento de los primeros discos duros. Esto hizo que en 1987 el Instituto Fraunhofer, de Alemania, investigara y diera con la clave para comprimir audio hasta hacerlo entre 12 y 15 veces más compacto que el original. Por ejemplo, si en un CD una canción ocupaba 50 Mb, una vez comprimido ocuparía 4 Mb, aproximadamente. Fue posible gracias a una prácticamente inapreciable pérdida en la calidad del audio, es decir, eliminando contenidos que apenas son apreciados por el oído humano, que tiene una captación limitada.

En 1992 el "Motion Pictures Expert Group" (MPEG) adquirió esta tecnología y lanzó, tras dos versiones anteriores que eran menos eficientes, el MP3. En cualquier caso, no fue hasta 1998 cuando comenzó a despegar (una vez se perfeccionó la tecnología necesaria y fueron resueltas las patentes), al lanzar diversos programadores software para la creación, el almacenamiento y la reproducción de archivos en MP3; no sin antes pagar por una licencia al mencionado Instituto Fraunhofer.
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Sin embargo, al poco tiempo un grupo pirata llamado Radium publicó un software gratuito sin licencia que incluso mejoraba al original, que dio la vuelta al mundo e hizo que se extendiera el formato al comenzar la gente a transferir canciones desde los discos a los ordenadores. No se iba a quedar ahí la cosa, ni muchísimo menos, ya que en febrero de 1999 la pionera discográfica Sub Pop comenzó a distribuir música en este nuevo formato, al tiempo que se multiplicaban y perfeccionaban los programas para crear MP3.

Una nueva revolución llegaría sólo unos meses más tarde, de la mano del joven estudiante estadounidense Shawn Fanning, creador de Napster, el primer programa P2P (Peer To Peer, o "de colega a colega"), capaz de poner en contacto a dos ordenadores para la rápida transmisión de archivos en MP3 a partir de una gran colección que los propios usuarios iban confeccionando. En resumen, comenzó la imparable cadena a partir de la cual uno transformaba la música del CD a MP3, la hacía formar parte de esta red P2P y permitía acceder a ella a cualquier persona que se conectara a ella. Esto supuso el inicio del fenómeno de la descarga de música (un tema candente hoy día), a la que los usuarios se sumaron en millones en muy poco tiempo.

En el año 2000 la industria discográfica comenzó a tomar consciencia de la amenaza que suponía esta descarga masiva de música. Fue entonces cuando la Recording Industry Association of America (algo así como la SGAE española), abanderada por el grupo Metallica demandó a Napster por infringir derechos de autor sin licencia alguna. Tras meses de juicios y disputas, la compañía americana perdió y se disolvió, cuando ya sumaba más de 30 millones de usuarios en todo el mundo. En cualquier caso, esto no impidió que surgieran otros muchos programas P2P gratuitos (entre los que destacó Kazaa Media Desktop) que cubrieron la demanda de música gratuita vía internet, ante lo que no se pudo hacer nada.

De forma paralela, despegaron los reproductores de MP3 y los discman (reproductores de CDs) que leían dicho formato, lo cual hizo posible que la música no sólo quedara en el ordenador, sino que se pudiera grabar en discos vírgenes o almacenar (y reproducir) en pequeños aparatos. En cualquier caso, quien hizo que los reproductores MP3 se extendieran de forma global y absolutamente masiva fue Apple, gracias a su iPod. El primero, con capacidad para 5 Gb fue lanzado a finales de 2001 y tuvo un éxito arrollador gracias a su sencilla e intuitiva interfaz, que permitió que el público almacenara y reprodujera sus arcvhicos MP3 de manera rápida, cómoda y accesible. Desde entonces todo ha sido expansión y perfeccionamiento, y no sólo en MP3. Han surgido formatos de música comprimida más eficientes (de mayor calidad y ocupando menos espacio) que no han cuajado por diversos motivos, así como innumerables competidores de Apple que no han podido destronar al todopoderoso iPod. Veremos cómo los reproductores siguen reinventándose año tras año, pero quién sabe cuándo asistiremos a la próxima revolución en lo que a música digital se refiere.

A lo largo de las próximas semanas podréis descubrir las últimas tendencias de la música en internet, hacia dónde va evolucionando y qué es lo que podría depararnos el futuro, para bien o para mal.

El MP3, al detalle: http://es.wikipedia.org/wiki/Mp3

Fuentes: http://www.pc-doctor.com.mx/, www.businesshighlight.org/

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